
Cuando se habla de juegos de mesa, siempre nos acordamos de aquellos que, generación tras generación, se han disfrutado con la familia o amigos en numerosas tardes. Desde clásicos inmortales como La Oca o El Parchís, hasta otros que han marcado a dispares grupos como Monopoly, Trivial Pursuit, Hotel, Tabú o Pictionary.
En esta ocasión, se abre esta nueva sección con una propuesta de dar a conocer otros juegos iguales o más lúdicos que los anteriores pero que, al no tener ese reconocimiento internacional, pasan desapercibidos por el gran público. No por ello, están carentes de prestigiosos y aclamados premios del sector los avalan.
Quizás sea Los Colonos de Catán (Die Siedler von Catan), el mejor ejemplo para comenzar esta nueva andadura. Creado por el alemán Klaus Teuber en 1995, posiblemente sea el juego de mesa de ese país que más popularidad ha alcanzado fuera de sus fronteras, siendo traducido al inglés, francés, español, sueco, chino, japonés, griego… Ganador del Spiel des Jahres (Juego del Año) en 1995, además del juego inicial, existen varias ampliaciones más, así como las versiones de juegos de dados, cartas u ordenador.
Posee una mecánica simple pero una dinámica compleja. El objetivo del juego es alcanzar la puntuación de 10 construyendo diferentes elementos (caminos, poblados, ciudades…) a partir de los materiales que cada jugador vaya consiguiendo (madera, adobe, trigo, oveja o piedra).
A partir de un número determinado de hexágonos que representan cada uno de los materiales anunciados anteriormente, se configurará de forma aleatoria el tablero de juego, limitando dichas piezas por un perímetro que configura el mar de la isla de Catán. A cada uno se le asignará, de igual modo, un número del 2 al 6 y del 8 al 12. Así pues, se garantiza que cada partida poseerá una disposición totalmente diferente que a anteriores acontecidas.
Cada uno de los cuatro jugadores deberá, una vez terminado el paso anterior, disponer en las intersecciones de las piezas los dos poblados iníciales con los que cuenta. Del mismo modo, dispondrá, junto a cada uno de los mismos y sobre los vértices, un camino.
La partida se desarrolla por turnos. Cada jugador lanza dos dados. Según la suma que se obtenga, cada uno de los participantes que tenga un poblado en aquel hexágono con el resultado obtenido, se consigue la respectiva materia prima. El jugador que se halle en su turno, podrá intercambiar las materiales conseguidos por nuevas construcciones, lo que, seguidamente, le otorgarán puntos para conseguir el objetivo final. Del mismo modo, la interactividad de unos jugadores con otros es muy alta. Si un jugador adolece de algún tipo de material, se podrá negociar con otros jugadores el intercambio de materiales.
Explicar el desarrollo de una sola partida en este espacio es complicado. Como en todos los juegos, para entenderlo, hay que jugarlo y, jugando, es como se aprende. A simple vista, puede resultar confuso, pero nada más lejos de la realidad. Como jugador bastante habitual, puedo garantizar que engancha, debido al alto grado de competitividad que puede surgir por conseguir el primer puesto. Igualmente, a pesar de que los jugadores se necesitan los unos de los otros, también es fundamental impedir el avance del rival, ya sea bloqueando rutas de caminos con las propias o colocando un poblado allí donde otro seguro quería hacerlo.
En resumen, la diversión y competitividad está garantizada. Los Colones de Catán se presenta como una alternativa inmejorable a las tardes de los fines de semana con los amigos o la familia.
Publicado por Carlitos
Comentarios
Un saludo.