
Tengo que reconocer que aún no he terminado leer este libro. Pero no he podido esperar a acabarla para poder hacer una breve reseña de lo que estoy sintiendo al avanzar en su historia.
La humanidad se enfrenta a un auténtico caos. Huestes de muertos vivientes toman poco a poco el control de las ciudades, convirtiendo a su paso a los humanos en parte de su particular armada. Son unos pocos los que, a duras penas, pueden hacer frente a una amenaza que se extiende como la pólvora.
No hay un protagonista, sino ciento de ellos. Historias particulares que hilan la narración de la historia y nos hace avanzar en los acontecimientos: soldados, empresarios, dirigentes políticos, directores de cine, astronautas, otakus… Todos ofrecen su particular punto de vista de un desastre, cómo sobrevivieron y qué sacrificios tuvieron que hacer.
Max Brooks hace que la cosa funcione. Algunas parecen inverosímiles, pero el punto de realidad que otorga hace que sean perfectamente creíbles. ¿Cómo sino vamos a imaginarnos la breve adaptación de 300 o cómo un invidente puede llegar a ser un arma mortal para los infelices caminantes?
A pesar de que, a primera vista, la novela pueda parecer un calco a otras obras del mismo género, como por ejemplo, Apocalipsis Z, de Manuel Loureiro (Editorial Dolmen) o a clásicos del cine como El Amanecer los Muertos, de George A. Romero, no hay nada más alejado de la realidad.
La presencia de estas criaturas no es más una mera escusa para plantear otras cuestiones. La crítica está presente en el propio comportamiento de las personas, en las decisiones políticas, en el egoísmo de los más pudientes o en los intereses particulares o militares antes que la propia supervivencia. No están exentos los episodios de verdadera superación humana, optimismo y moraleja. Ni tampoco aquellos más crueles y sanguinarios y no, precisamente, por la acción de los caníbales.
Y miedo. No, mejor dicho, angustia. Es inevitable pensar cómo resolveríamos cualquiera de las situaciones que la historia pone en nuestras manos. Aún más, ¿cómo nos enfrentaríamos al pánico que unos seres ridículamente autómatas pueden causar? ¿Existen la suficiente sangre fría para tomar una u otra decisión?
Pocos libros me han costado despegarlo de mis manos. Pocos han hecho que tenga ganas de quedarme un rato mas despierto y tumbado en la cama en lugar de ofrecerme al necesario descanso. Y pocos me han causado pesadillas.
Publicado por Carlitos
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