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La Batalla de Cannas (I) - De porqué los romanos se ven abocados a presentar batalla

Índice de Artículos
La Batalla de Cannas (I)
Aspectos Esenciales de la Batalla de Cannas
De porqué los romanos se ven abocados a presentar batalla

De porqué los romanos se ven abocados a presentar batalla.-

Como ya sabemos, Aníbal llega a la península itálica en. 218 a.c., después de haber tomado la ciudad de Sagunto en el año 219 a.c., dando lugar al inicia de la Segunda Guerra Púnica. Cuando llega a territorio controlado por Roma, lo hace con sus tropas reducidas a la mitad con relación a las que partieron de Hispania. No hay unanimidad sobre cuántos hombres consigue Aníbal llevar efectivamente a suelo italiano. Aunque hay acuerdo en que el contingente cartaginés parte de Hispania con aproximadamente 100.000 hombres, la cifra de los que llegan oscila entre los 20.000 y los 50.000, ya que a los que caen por el camino, hay que añadirles los que se le suman al pasar por territorio galo. Aníbal, aún con sus fuerzas mermadas, en territorio enemigo y sin apoyos de Cartago, vence a cualquier ejército romano que se le enfrenta en todas las batallas importantes que tienen lugar, sembrando el terror por toda la península itálica. Los romanos, que en un principio habían considerado que no habría demasiados problemas en detener al ejército cartaginés, observan con terror como Aníbal campa a sus anchas por las tierras otrora controladas por Roma, observando como la lealtad del resto de provincias itálicas va decayendo. Ante tal situación, y en vista que hasta el momento nadie había detenido la marcha del ejército cartaginés, los romanos toman lo que era una medida excepcional en su derecho reservada para momentos de emergencia: nombra a un dictador, una persona con la autoridad suprema, que no tiene que consensuar sus decisiones con nadie (como si tenían que hacer los cónsules entre ello), recayendo la designación en Quinto Fabio Máximo, llamado también Cunctator, el que retrasa o el que contemporiza.

Es probable que Fabio, a la hora de decidir qué estrategia seguir para detener la marcha del ejército cartaginés, tuviese en cuenta las siguientes consideraciones:

 

  1. No hay, por el momento, ningún general romano que sea capaz de hacer frente a Aníbal en el campo de batalla. Nunca ha sido derrotado en batallas importantes, haciendo gala de una gran habilidad en el manejo de sus ejércitos tanto en campo abierto como usando cualquier tipo de estratagema en el caso de que se encuentre en desventaja.
  2. El ejército de Aníbal, si bien de ha sufrido grandes bajas desde su partida de Hispania, está perfectamente entrenado y acostumbrado a la batalla. No puede decirse lo mismo de las fuerzas romanas, que aunque son mucho más numerosos y se encuentran mejor equipados, no cuenta con un ejército regular y profesionalizado, siendo los ciudadanos romanos de clase media y alta los que conforman el ejército, aquellos que al menos pueden hacer frente al adquisición y mantenimiento del equipo de combate: casco, coraza, escudo, etc.
  3. Aníbal se encuentra aislado en territorio extranjero, sin apoyos y con un ejército que mantener. Se hace necesario evitar que Aníbal pueda abastecer a sus tropas, pues es la única manera de debilitarlo para poder hacerle frente después. Es muy posible que conozca la desconfianza que existe en los dirigentes de Cartago sobre los Bárcidas y que no están dispuestos a hacerle llegar refuerzos.

 

Posiblemente estas consideraciones llevaron a Fabio a tomar una decisión acertada desde el punto de vista militar, pero tremendamente impopular desde el punto de vista político. El conjunto de maniobras que Fabio adopta recibe hoy en día el nombre de Tácticas Fabianas, siendo sus características principales las siguientes:

 

  1. Adopta la decisión de cortar las líneas de abastecimiento de Aníbal, haciendo que la población fuera de Roma se refugiara en fortificaciones y no dejara posible acceso a Aníbal a víveres y material.
  2. Evita el enfrentamiento directo con las tropas cartaginesas, pero haciendo que las legiones romanas se conviertan en la sombra del ejército de Aníbal, eludiendo el acoso de la caballería cartaginesa, muy superior a la romana, a través de sus movimientos por las montañas.
  3. Disemina el ejército por todo el territorio romano. De esta manera Aníbal no puede marchar directamente sobre Roma, al correr el riesgo de que sus vías de escape por el Mediterráneo queden bloqueadas y su ejército se vea aislado en terreno enemigo.

 

En un principio estas decisiones parecen dar sus frutos, pero Aníbal se da cuenta de lo que pretende Fabio y contrataca, pero no sólo militarmente, sino mediante el uso medido de la presión psicológica. En primer lugar, Aníbal se dedica a saquear todas las tierras romanas e itálicas, sembrando deliberadamente el terror en toda Italia. Esto hace que poco a poco los pueblos itálicos comiencen a pensar que Roma no es capaz de protegerles, lo que es percibido desde la propia Roma como un riesgo de que las poblaciones itálicas se rindan ante Aníbal y se alíen con él en su guerra contra los romanos. En segundo lugar, ataca especialmente tierras de los senadores romanos, con una excepción; las tierras del propio dictador Fabio. Esto hace parecer que Fabio está en connivencia con Aníbal para dañar a sus rivales políticos. Todo ello, unido a la percepción por parte de los romanos que las tácticas de Fabio eran cobardes y no conformes con el espíritu de lucha romano, y a las fuertes discrepancias con su segundo al mando, el Magister Equitum Marco Minucio Rufo, el cuál obtuvo algún éxito en escaramuzas con los cartagineses, llevo a los romanos a tomar una decisión que no tenía precedentes en su derecho y que nunca volvería a adoptarse; el nombramiento de un segundo dictador sin que hubiese concluido el período de mando del primero, ambos con idénticas prerrogativas y poderes. La situación no estaba prevista en el derecho romano y tuvo que aprobarse una ley para ello. No obstante este segundo nombramiento, la situación no pareció mejorar, pues Minucio, el segundo dictador, fue derrotado en la batalla de Geronium, salvando su vida gracias a la rápida acción de Fabio, que acudió en su ayuda con cuatro legiones. Minucio devolvió el mando supremo al Cunctator, y volvió a unir sus tropas con las de éste.

Así las cosas, una vez terminado el período de dictadura y tras nombrar dos nuevos cónsules al finalizar el año, Roma ansía entablar batalla con Aníbal y expulsarlo de forma urgente de sus tierras. El daño que está causando el general cartaginés a Roma, tanto material, humana y políticamente, requiere de una solución urgente. Es entonces cuando son nombrados cónsules Paulo Emilio y Terencio Varrón, dos hombres con personalidades muy distintas que tendrían que hacer frente a uno de los mejores estrategas de todos los tiempos y que se enfrentarían a él en las cercanías de la ciudad de Cannas (Cannae).

 



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Publicado por Faustino

Comentarios

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José Antonio (enviado el Domingo 10 Enero 2010, 12:02)
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